La noche del Presidente cubano en Las Tunas
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Como parte de su agitada jornada de trabajo en la provincia oriental, Díaz-Canel aprovechó las horas finales del día para visitar el hospital pediátrico y recorrer la ciudad
El presidente Díaz-Canel visita pediátrico de las Tunas y conversa con pacientes del centro hospitalario.

Estudios Revolución

Caía la noche en la ciudad cuando el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez continuó su agenda de trabajo en el hospital pediátrico Mártires de Las Tunas, segunda institución de su tipo que visitó el mandatario este viernes, como parte de la visita gubernamental a la provincia, porque en Cuba -ya se sabe- no hay nada más importante que un niño.

Acompañado por el vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Roberto Morales Ojeda, y el titular de Salud, José Ángel Portal Miranda, recorrió varias salas del primer hospital fundado tras el triunfo de la Revolución en este territorio, el 28 de agosto de 1960, por el entonces ministro de Salud, Comandante José Ramón Machado Ventura.

Conoció que allí se atiende una población estimada de 116 mil 243 niños, con una dotación de 148 camas y un total de 730 trabajadores, de ellos 154 médicos, 171 enfermeros y 122 tecnólogos. Brindan atención médica en 25 especialidades, que incluyen terapia intensiva, hematología, gastroenterología, oncología, cirugía, cardiología, maxilofacial y ortopedia.

Por sus salas caminó el Presidente para conocer de primera mano las condiciones del hospital, conversar con los padres acompañantes e incluso acariciar a los pequeños pacientes y desearles salud. A algunos les confió que ya era abuelo. Las madres les pidieron tomarse fotos con sus hijos, «porque no todos los días se tiene al Presidente delante», le dijeron.

La jornada de la noche continuó luego por la urbe tunera: visitó el nuevo y moderno Mercado Agropecuario, con variados productos, precios cercanos al bolsillo y abierto hasta las nueve de la noche; el Parque Temático, con su complejo de piscinas y restaurantes bien colmados a esa hora; el hotel Ferroviario, rescatado tras una veintena de años en abandono; y el Boulevard de la ciudad, lleno de familias a las diez de la noche de un viernes tan normal como otros.

En cada esquina el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros detuvo su paso para saludar a todo aquel que le tendió una mano; se tomó fotos con aquellos que, celular en mano, le abordaron durante el camino; y entró en cada lugar que le llamó la atención en una ciudad que «a ojos vistas» parece renovarse con muy buen gusto.