La presente publicación Anuario Estadístico de Cuba 2020 de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), constituye una importante información estadística que refleja los aspectos más significativos de la situación demográfica, económica y social de los cubanos.
El mismo consta de 23 capítulos. Cada capítulo comienza con una breve introducción donde se explica el contenido, la fuente de información de los datos, así como la definición metodológica de los principales indicadores.
Se presentan cuadros con series de varios años, relativos a: Territorio; Medio Ambiente; Población; Organización Institucional; Cuentas Nacionales; Finanzas; Empleo y Salarios; Sector Externo; Agricultura, Ganadería, Silvicultura y Pesca; Minería y Energía; Industria Manufacturera; Construcción e Inversiones; Transporte; Comercio Interno; Turismo; Ciencia y Tecnología; Tecnologías de la Información y las Comunicaciones; Educación; Salud Pública y Asistencia Social; Cultura; Deporte y Cultura Física, Proceso Electoral en Cuba y Accidentes del Tránsito.
El nombre de Cuba proviene del idioma taíno que hablaban los indígenas arawak, habitantes de las Antillas antes de la llegada de los españoles, literalmente significa tierra o terreno.
Cuando Colón descubrió la isla el 27 de octubre de 1492, la denominó Juana en honor del príncipe Juan, pero en sus primeras anotaciones ya utilizó la palabra Cuba.
La Historia de Cuba está dividida en tres períodos históricos: colonial, neocolonial y revolucionario.
Respondiendo al criterio de la formación nacional, diferenciando en su desarrollo el Período de gestación de la nacionalidad bajo el colonialismo español; el siguiente se abre con la Creación del estado nacional cubano aunque en una evidente situación de dependencia respecto a los Estados Unidos y finalmente, el Período Revolucionario, en el cual la nación alcanza una existencia plenamente soberana tras el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959.
La Ley No. 42 de los Símbolos Nacionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular de 1983 y el Artículo 4, Capítulo I, Fundamentos políticos, sociales y económicos del Estado, de la Constitución de la República de Cuba, establecen que los Símbolos de la Nación Cubana, son los que han presidido por más de cien años las luchas cubanas por la independencia, por los derechos del pueblo y por el progreso social.
Conocida como “La Bandera de la Estrella Solitaria” fue adoptada el 11 de abril de 1869. El triángulo rojo significa la sangre derramada por los cubanos, las franjas azules las tres regiones del país y las blancas demuestran la pureza de los ideales.
Simbolizan las raíces más genuinas de cubanía e hidalguía del pueblo cubano.
Considerado el ave más bella del país, su plumaje en verde recuerda los campos cubanos; su pecho de plumas blancas, su vientre de plumaje rojo y las plumas azules de su cabeza reproducen los colores de la bandera nacional.
Al llegar los conquistadores españoles a la isla de Cuba, esta se encontraba habitada por comunidades con diferentes niveles de desarrollo. Entre las oleadas más tardías se ubicaron las de los grupos neolíticos asentados en la región de Maisí a inicios del siglo XV, del tronco aruaco, oriundo de América del Sur. Estos pobladores utilizaban técnicas agrícolas de cierto desarrollo y practicaban la alfarería (agricultores-ceramistas). El dinamismo de las actividades apropiadoras (recolección-caza) característico de otras comunidades de menor desarrollo, fue sustituido por la sedentarización, con el consecuente incremento de la importancia de las instituciones en la comunidad, así como los vínculos entre los clanes.
Fueron estas culturas las halladas por el almirante Cristóbal Colón, cuando el 27 de octubre de 1492 fondeó en la bahía de Bariay, para dos días después zarpar rumbo al oeste y arribar a la de Gibara, que nombró Río de Mares. En 1510 Diego Velázquez inició la conquista y colonización de la Isla. Los conquistadores tuvieron que enfrentar la tenaz resistencia de los aborígenes, quienes, en muchos casos, empuñaron sus rusticas armas y prefirieron morir antes que ser sometidos. Entre las resistencias más importantes se encuentran la del Cacique Hatuey, proveniente de La Española, capturado y condenado a morir en la hoguera. Las rebeldías continuaron en la medida que la ocupación del territorio insular se hacía efectiva con la fundación de las primeras siete villas entre 1511 y 1515.
En 1516 fue aprobada por la Corona Española la práctica de repartir tierras y aborígenes a los conquistadores, con el interés de fomentar la búsqueda de oro y desarrollar el cultivo de las estancias, sobre todo, la yuca, el tabaco, y otras plantas traídas por los europeos, entre ellas, la caña de azúcar. El sistema utilizado para la explotación de la fuerza de trabajo aborigen fue la encomienda. La intensidad de la explotación a que fueron sometidos los pobladores naturales de la Isla, fue uno de los factores fundamentales que provocó su sensible reducción.
El agotamiento del escaso mineral en Cuba, aparejado al descubrimiento de las grandes civilizaciones en el continente americano, provocó que languideciera la economía de la isla y el éxodo de habitantes a otros territorios. Hacia 1526, estaba prácticamente despoblada.
Las tierras y la fuerza de trabajo fueron repartidas entre los colonos arraigados a la Isla. La tendencia de la economía cambió hacia la explotación agropecuaria en los hatos y corrales. Primó entonces una economía de subsistencia. En la segunda mitad del siglo XVI se reforzó el auge de la ganadería y en algunos lugares, el comercio. La mano de obra nativa fue complementándose con esclavos procedentes de África y Europa.
El puerto de La Habana se fue convirtiendo en obligado punto de enlace entre España y América, al tiempo que demostraba su vulnerabilidad. El ataque del corsario francés Jacques de Sores, primero a Santiago de Cuba (1554) y después a La Habana (1555), evidenció la necesidad de un adecuado sistema de fortificaciones en tan importante plaza que comenzó a construirse a partir del año 1558.
La conversión de La Habana en el principal puerto escala del comercio de Indias en 1561 y el hecho de que su oligarquía disfrutara del privilegio concedido por el comercio oficial con el puerto de Sevilla en España, implicaron ritmos de desarrollo económico y dinámicas sociales y políticas diferentes al del resto de las regiones del país.
La intensidad del comercio en la primera mitad del siglo XVIII posibilitó el crecimiento de núcleos urbanos en La Habana, Bayamo, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba, con cifras entre los 12 000 y 14 000 habitantes.
En 1716 las autoridades españolas decretan el estanco del tabaco, limitando la exportación del producto a España. Desde entonces, y hasta 1723, los vegueros, víctimas de esa política, protagonizaron diferentes sublevaciones, que fueron violentamente reprimidas.
La sociedad criolla se fue consolidando, con el consecuente interés en el desarrollo educacional de sus habitantes de clases ricas, para lo cual se fundó el colegio jesuita de San José en 1720 y la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana en 1728. En 1740, se creó la Real Compañía de Comercio de La Habana, con participación en el monopolio comercial, incluido el del estanco del tabaco.
Hacia mediados de esa centuria, importantes acontecimientos internacionales influyeron en el desarrollo económico, político y social de Cuba y generaron cambios sustanciales en ella. La lucha entre las potencias coloniales europeas tuvo su mayor repercusión americana en la toma de La Habana por los ingleses en 1762. El Despotismo Ilustrado, política liberal burguesa entronizada en España, provocó la supresión de los monopolios comerciales en la Isla, la disminución de los impuestos para los productores, la fundación de nuevos establecimientos educacionales y culturales y el fomento de la agricultura y la urbanística. A ello se sumaron la influencia de la Revolución Industrial Inglesa, con la introducción de nuevas tecnologías, y posteriormente, la independencia de las Trece Colonias de Norteamérica en 1776 y la apertura comercial que posibilitó la Revolución de Haití en 1791.
A finales del siglo XVIII, fueron adoptadas una serie de medidas tendientes a ampliar el comercio de negros esclavos procedentes de África orientados a la producción azucarera y cafetalera. De tal suerte, la sociedad criolla transitó en el occidente de la Isla hacia una economía de plantación.
La penetración de las ideas y experiencias de la Revolución Francesa (1789) y las luchas por la independencia de las colonias de Hispanoamérica, enriquecieron el pensamiento de notables pedagogos, científicos y literatos, entre los que se destacó el sacerdote, maestro, filósofo y escritor Félix Varela Morales, precursor del independentismo en Cuba. Su magisterio en el Real y Conciliar Seminario de San Carlos y San Ambrosio, al igual que el ejercido por José de la Luz y Caballero en los colegios Carraguao y el Salvador, permitió formar una conciencia patriótica desde los estrechos marcos coloniales. Del mismo modo, la tradición de pensamiento y cultura se fue ensanchando con aportes como los de José Antonio Saco, autor de múltiples artículos y ensayos políticos, incluida su monumental Historia de la esclavitud.
Luego de una importante etapa reformista que tuvo su colofón con la construcción del primer ferrocarril de Cuba en 1836, once años antes que en España, la metrópoli prohibió el acceso de los diputados de ultramar a sus cortes. Esta situación, unida a la política antiesclavista de Inglaterra, suscitó, por una parte, el auge de los movimientos abolicionistas y las rebeliones de esclavos, y por otra, la adopción del anexionismo como opción política.
Entre las principales sublevaciones de esclavos en la Isla se encuentran la del ingenio Triunvirato en la provincia de Matanzas, y la conocida como de La Escalera en 1844.
El anexionismo mostró dos tendencias. La primera nucleada en torno al Club de La Habana y la figura de Narciso López, buscaba la unión con el sur esclavista. La segunda, con fuerza en Puerto Príncipe, apostaba por la alianza con el norte industrial, destacándose la figura de Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño. López enarbolaría por vez primera la que sería la bandera de Cuba, durante su desembarco en la ciudad de Cárdenas, el 19 de mayo de 1850. Un año después, fue capturado y ejecutado tras su desembarco en la zona de El Morrillo, norte de la provincia de Pinar del Río.
La Junta de Información, convocada por Madrid en 1866, no logró satisfacer las demandas de los diputados cubanos y puertorriqueños, demostrando que la opción política del reformismo era incapaz de solucionar las demandas de los sectores del liberalismo insular.
En estas condiciones, la situación de los terratenientes en la Isla, en particular los del Centro y el Oriente, era sumamente crítica, al igual que las condiciones de vida y trabajo de los campesinos, artesanos, jornaleros, y en especial, la gran masa de esclavos. Bajo la conducción de los más lúcidos representantes del patriciado criollo, nucleados en Logias Masónicas, se vertebró la conspiración independentista. Entre las figuras más descollantes se encontraban Francisco Vicente Aguilera, Carlos Manuel de Céspedes del Castillo, Francisco Maceo Osorio, Vicente García González, y Salvador Cisneros Betancourt. El 10 de octubre de 1868 estalló la primera guerra de liberación, acontecimiento que dio inicio al ciclo independentista cubano (1868-1898).
El alzamiento de Demajagua, fue seguido por los camagüeyanos en las Clavellinas, los villareños en San Gil, los matanceros en Jagüey Grande, y por levantamientos locales en La Habana y Pinar del Río; los protagonizados en la zona occidental fueron sofocados por las autoridades españolas. Destacado papel tuvo en la consolidación de la Revolución en Camagüey, la figura de Ignacio Agramonte y Loynaz.
El 10 de abril de 1869, tuvo lugar en Guáimaro, Camagüey, la Asamblea donde se aprueba la primera constitución de la República de Cuba en Armas.
La contienda bélica se caracterizó por la crudeza de los combates y la brutal represión de los colonialistas españoles contra los insurrectos y la población civil. La correlación de fuerzas en soldados y armamento, estuvo siempre a favor del Ejército Español.
A lo largo de la Guerra de los Diez Años, los insurrectos radicalizaron su pensamiento político y perfeccionaron su accionar militar a partir de las experiencias combativas y el desarrollo del armamento. Entre las principales acciones militares se destacan la invasión y campaña de Guantánamo (1871-1872); la campaña de Camagüey (1873-1875), con los combates de la Sacra, Palo Seco, Naranjo-Mojacasabe y la Batalla de Las Guásimas; y la invasión y campaña de Las Villas, 1875-1877). El general dominicano Máximo Gómez se convertiría en el maestro por excelencia de los oficiales y soldados cubanos, y artífice de las principales campañas y victorias de las armas mambisas.
En el propio proceso revolucionario, emergieron líderes de procedencia social humilde, con jefaturas y destinos importantes en la Revolución. De ellos, la figura más descollante fue el general Antonio Maceo y Grajales.
No obstante los resultados favorables de las acciones militares de las fuerzas cubanas, conflictos políticos y militares surgidos entre los mandos y el gobierno insurrecto, lastraron la unidad y llevaron a la firma del Convenio del Zanjón el 10 de febrero de 1878, en virtud del cual se aceptaba una paz sin independencia con España y sin la abolición de la esclavitud. A este acto se opuso un grupo de jefes y oficiales orientales liderados por el general Antonio Maceo, que el 15 de marzo de ese mismo año protagonizaron la histórica Protesta de Baraguá, como ejemplo cimero de intransigencia revolucionaria y resolución de combatir hasta lograr la absoluta independencia y los objetivos trazados por los iniciadores en Demajagua.
En esta contienda se puso de manifiesto la solidaridad de los gobiernos de América Latina, sus pueblos y revolucionarios de todo el mundo. Centenares de extranjeros formaron parte del Ejército Libertador. Varios de ellos ocuparon cargos políticos en el Gobierno de la República de Cuba en Armas y altos mandos militares. La causa de Puerto Rico estuvo, desde un principio, vinculada a la de Cuba.
En el caso de Estados Unidos, la guerra de independencia en la Isla contó con la simpatía y solidaridad de amplios sectores de la población. De hecho, el general Tomas Jordan comandó el Ejército como general en Jefe tras la renuncia del general Manuel de Quesada, y Henry Reeve, descolló como uno de los más resueltos, disciplinados y audaces jefes de la insurrección. Sin embargo, el gobierno de esa nación, tras una presunta política de neutralidad, fue hostil a la Revolución y favoreció con ayuda económica y militar a las autoridades españolas de la Isla. Esta sería la política a seguir hasta su intervención directa en los destinos de Cuba en 1898.
Entre 1879 y 1880, nuevamente los cubanos toman las armas contra España en la llamada Guerra Chiquita, articulada alrededor del Comité Revolucionario de Nueva York que presidía el general Calixto García Iñiguez. Concluida esta con el fracaso de los insurrectos, comenzaría un largo período de infructuosos proyectos revolucionarios que fracasarían, entre los que destacan el llamado Plan Gómez-Maceo o Programa de San Pedro Sula (1884-1886), las expediciones del general de división villareño José Ramón Leocadio Bonachea Hernández, capturado y fusilado en 1885, y la del brigadier santiaguero Limbano Sánchez Rodríguez, ejecutado ese mismo año por las autoridades españolas, así como el proyecto revolucionario del también brigadier Juan Fernández Ruz en 1887.
Ese mismo año José Martí Pérez reactivó su labor política, cuando en el Templo Masónico de Nueva York, el 10 de octubre, pronunció un discurso, el primero de una serie de alocuciones conmemorativas del inicio de la Guerra Grande. Era la continuidad en la búsqueda de formas de organización viables para reiniciar la lucha desde la unidad, cuyo punto culminante sería la fundación del Partido Revolucionario Cubano el 10 de abril de 1892, fungiendo él como su Delegado.
Entre 1892 y 1895, Martí, junto con Máximo Gómez, electo General en Jefe del Ejército Libertador por el ramo de la guerra del partido, se enfrascan en los preparativos del levantamiento armado, para lo cual cuentan en la Isla con estructuras organizativas, cuya máxima representación recaía en Juan Gualberto Gómez.
Bien por indiscreción o traición de un cubano participante en la Guerra Grande, el Plan de Fernandina concebido por Martí y Gómez, fracasó. Las expediciones que llevarían a los principales jefes de la revolución a costas cubanas fueron detenidas e incautados sus pertrechos bélicos por las autoridades de Estados Unidos el 6 de enero de 1895.
Los hechos se precipitaron y José Martí firma, junto con Enrique Collazo, representante de los revolucionarios del occidente de Cuba, y el general José María Rodríguez, en representación de Máximo Gómez, la orden de alzamiento. Esta debía ejecutarse con la mayor simultaneidad posible, previa aprobación en la Isla de la fecha del pronunciamiento.
El 24 de febrero de 1895 estalló la guerra y entre los meses de abril y junio llegaron a Cuba las expediciones con los principales jefes revolucionarios: José Martí, Máximo Gómez, Antonio Maceo, Adolfo Flor Crombet, Serafín Sánchez Valdivia y Carlos Roloff Mialofski.
El 19 de mayo, apenas iniciada la lucha que él mismo organizara, cayó en el combate de Dos Ríos José Martí. A diferencia de la Guerra de los Diez Años, la del 95 se extendió a lo largo y ancho de la Isla tras la victoriosa invasión de Oriente a Occidente, hazaña protagonizada por un contingente bajo el mando de los mayores generales Máximo Gómez, ratificado como General en Jefe del Ejército Libertador y Antonio Maceo nombrado Lugarteniente general en la Asamblea de Jimaguayú, reunida el 13 de septiembre de 1895.
El 22 de enero de 1896 culminó la contienda invasora en Mantua, Pinar del Río, con acciones militares que evidenciaron la coordinación táctica y estratégica entre la máxima jefatura del ejército. Tales fueron los casos de la Campaña Circular de Camagüey, el Lazo de la invasión o contramarcha estratégica y la Campaña de la Lanzadera en La Habana. Después de la muerte en el combate de Punta Brava de Antonio Maceo, el 7 de diciembre de 1896, el general Máximo Gómez, concibió e inició su Campaña de la Reforma (1897-1898).
Tras el fracaso del general español Arsenio Martínez Campos, fue sustituido como Capitán General por el marqués de Tenerife, Valeriano Weyler y Nicolau. Desde su llegada a Cuba, el 13 de febrero de 1896, el nuevo gobernador dictó una serie de medidas orientadas a sofocar la pujante revolución. Como elemento esencial de la nueva estrategia se encontraba la política de Reconcentración, la que trascendiera por sus inhumanos efectos entre la población cubana, en particular la campesina.
El 30 de octubre de 1897, en la Asamblea de la Yaya, se aprueba una nueva constitución de la república de Cuba en Armas y al año siguiente la Corona promulga un Real Decreto que aprueba el régimen autonómico para las islas de Cuba y Puerto Rico, el cual fue rechazado por el Consejo de Gobierno, el Ejército Libertador y la Delegación Plenipotenciaria, decididos a luchar hasta alcanzar la independencia definitiva. A inicios del cuarto año de la contienda libertadora se producen una serie de acontecimientos que decidirán el destino de la revolución. La explosión del acorazado Maine en la bahía habanera, el 15 de febrero de 1898, fue el acontecimiento más significativo entre los pretextos esgrimidos por el gobierno de Estados Unidos para declararle la guerra a España.
El 18 de abril de 1898, la Cámara de Representantes y el Senado estadounidenses, reunidos en un solo cuerpo, aprobaron la Joint Resolution (Resolución Conjunta). El 20 de junio, ya iniciado el bloqueo naval, se produjo el desembarco del 5to cuerpo del ejército estadounidense al mando del general William R. Shafter, quien contara con el auxilio decisivo de las fuerzas cubanas lideradas por el lugarteniente general Calixto García. El 1 de julio acontecieron los combates de San Juan, El Caney y Aguadores, con el objetivo de estrechar el sitio y tomar la ciudad de Santiago de Cuba. Dos días después la escuadra española dirigida por el almirante Pascual Cervera y Topete, sufrió una desastrosa derrota a la salida de la bahía santiaguera.
La formalización de la rendición incondicional de Santiago de Cuba, se produjo el 14 de julio, al tiempo que los cubanos fueron privados del derecho de entrar a la ciudad. La respuesta digna no se hizo esperar en una carta de Calixto García enviada al general Shafter, en la cual protestaba por ese proceder basado en falsos y calumniosos argumentos.
El 12 de agosto de 1898 se firmó el armisticio de paz entre los gobiernos de España y Estados Unidos. Con posterioridad, Washington presentó un protocolo en virtud del cual las autoridades españolas designarían plenipotenciarios que debían reunirse en París con una representación norteamericana a fin de acordar las definitivas bases de la independencia. El 10 de diciembre ambos gobiernos, sin la presencia de los cubanos, firmaron el Tratado de Paz de París, en virtud del cual Cuba dejaba de ser jurisdicción española y pasaba a ser ocupada militarmente por Estados Unidos. Le fueron entregadas, además, las colonias de Puerto Rico, Guam y el Archipiélago de las Filipinas.
Durante los casi cuatro años de ocupación militar norteamericana (1899-1902), los monopolios yanquis sentaron las bases para convertir la antigua colonia de España en neocolonia de Estados Unidos. El 21 de febrero de 1901, fue aprobada la primera Constitución de la República de Cuba, quedando para el futuro la elaboración de las leyes complementarias. El 3 de marzo de ese año, el presidente de Estados Unidos, William Mc Kinley sancionó la Enmienda Platt, a una ley norteamericana, que se les exigió a los cubanos debía formar parte de su constitución, como condición para retirarse del país. Luego de amplios debates y votaciones en que la mayoría aceptó la enmienda para posibilitar la nueva república, esta fue anexada al cuerpo constitucional cubano, a pesar de las mociones de protestas presentadas por algunos representantes cubanos, como Juan Gualberto Gómez y Salvador Cisneros Betancourt.
El 20 de mayo de 1902 se estableció la república de Cuba, presidida por Tomás Estrada Palma, a quien le correspondió formalizar los vínculos de dependencia económica y política, consolidados con la Enmienda Platt, cuyo articulado quedó plasmado en un Tratado Permanente de Relaciones. También se firmó el Tratado de Reciprocidad Comercial de 1903 y el Tratado de Arrendamiento de bases navales y Carboneras. A pesar de la firma del Tratado Hay-Quesada el 2 de marzo de 1904, que reconocía la soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos, el Congreso de Estados Unidos demoraría su ratificación hasta 1925.
En 1904, el presidente Estrada Palma creó su denominado Gabinete de Combate, con claras intenciones reeleccionistas, esta vez como candidato del recién fundado Partido Moderado, compuesto por los elementos más conservadores de la política cubana. Como consecuencia, en 1906 se constituyó el Comité Revolucionario, integrado por la dirigencia del Partido Liberal. La crisis se agudizó y ese año estalló la denominada Guerrita de Agosto, entre liberales y moderados, con la consecuente segunda intervención de Estados Unidos (1906-1909).
En ese contexto fue fundado el Partido Socialista de Manzanillo (1906), presidido por el líder obrero Agustín Martín Veloz, Martinillo, al tiempo que se protagonizaban algunas huelgas sectoriales como la llamada huelga de la Moneda, iniciada en febrero de 1907 por los tabaqueros de La Habana. Al año siguiente quedó constituida la Agrupación Independientes de Color, con el fin de crear un partido de caras a las elecciones.
El Partido de los Independientes de Color, liderado por el líder obrero Evaristo Estenoz y el excoronel del Ejército Libertador Pedro Ivonet, quedaría en la ilegalidad al aprobarse la Enmienda Morúa. En 1912 comenzaron los alzamientos de los Independientes, sobre todo en las provincias de Las Villas y Oriente. El presidente de la república el general José Miguel Gómez (1909-1912) ordenó reprimir el movimiento, para lo cual se contó con numerosas fuerzas del Ejército Permanente, la Guardia Rural y un número de infantes de marina de Estados Unidos que desembarcaron en Santiago de Cuba y Guantánamo.
Durante la administración del general Mario García Menocal Deop (1913-1921) se intensificó la penetración de la oligarquía financiera de Estados Unidos en Cuba, favorecida por la coyuntura internacional, sobre todo por los efectos que en la industria azucarera tendrían las demandas comerciales en el contexto de la Primera Guerra Mundial. La reelección presidencial de Menocal para su segundo período (1917-1921) culminó en una revuelta armada conocida como La Chambelona.
La experiencia de la lucha sindical durante la conflagración mundial y el influjo de la Revolución Socialista de Octubre, determinó un cambio de calidad en el movimiento obrero cubano, constatado en la celebración del Congreso Obrero de 1920, donde se creó la Federación Obrera de La Habana (FOH), bajo la inspiración del dirigente Alfredo López Arencibia.
En medio de la crisis de la posguerra, llegó al poder Alfredo Zayas Alfonso (1921-1925), administración marcada por la abierta injerencia “preventiva” de Estados Unidos, a través de su enviado el general Enoch Crowder. En ese contexto de creciente inestabilidad del modelo neocolonial, tuvo lugar la expansión de los movimientos sociales, en los sectores obreros, campesinos, intelectuales, estudiantiles, con diferentes grados de radicalismo.
Destacable la Protesta de los Trece, encabezada por Rubén Martínez Villena, el 18 de marzo de 1923, la constitución del Movimiento de Veteranos y Patriotas, el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, en octubre de 1923 y como parte de sus acuerdos la creación de la Universidad Popular José Martí, bajo el liderazgo de Julio Antonio Mella. Importante también la celebración del Primer Congreso Nacional de Mujeres, en abril de 1923, hasta llegar a la fundación de la Liga Antimperialista de Cuba, el 14 de julio de 1925, y al mes siguiente la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) y el primer Partido Comunista, también con la participación descollante de Julio Antonio Mella y el líder obrero Carlos Baliño López.
La alternativa oligárquica a la crisis del modelo neocolonial, sin embargo, se centró en la elección de un nuevo presidente: Gerardo Machado Morales (1925-1933), que respondiera a los intereses de las clases dominantes. El gobernante implementó un programa económico que tenía entre sus líneas: la restricción de la producción azucarera (Ley Verdeja), la reforma arancelaria y el plan de obras públicas. En el orden político y social, la dictadura machadista se caracterizó por la represión de los movimientos sociales y el asesinato de sus líderes y, por otra parte, la prolongación de su mandato mediante la prórroga de poderes.
A pesar del ambiente de tranquilidad que el dictador buscaba mostrar con la celebración en La Habana de la VI Conferencia Panamericana entre el 16 de enero y el 20 de febrero de 1928, el descontento de amplios sectores y capas sociales era indetenible, agravado tras la eclosión de la crisis económica global de 1929.
Entre 1930 y 1933, Cuba se encontraría sumida en un proceso revolucionario, con el destaque de fuerzas políticas antimachadistas de las más diversas tendencias ideológicas y formas de lucha como el PCC, la CNOC, el Directorio Estudiantil Universitario, el Ala Izquierda Estudiantil, el ABC, la Unión Revolucionaria, incluida la Unión Nacionalista integrada por los políticos tradicionales de la oposición, encabezados por Carlos Mendieta y Mario G. Menocal.
Las organizaciones más conservadoras y reaccionarias aceptaron los presuntos buenos oficios del embajador Benjamín Summer Welles. La mediación Welles, buscaba una salida a la crisis política que no implicara la radicalización del proceso revolucionario y encontró el rechazo de otras fuerzas, sobre todo de las más revolucionarias. El 12 de agosto de 1933, fue derrocado el gobierno de Machado tras el éxito de la huelga general y la sublevación del ejército.
El efímero y mediacionista gobierno de Carlos Manuel de Céspedes Quesada sería derrocado tras el levantamiento del 4 de septiembre de 1933, a cargo de los sargentos, cabos y alistados, apostados en la base militar de Columbia, la principal del país. Al día siguiente, la naciente Agrupación Revolucionaria de Cuba, que recogía el programa del DEU, instituyó una presidencia colegiada conocida como Pentarquía.
El 10 de septiembre de ese año, la Junta de Columbia disolvió la Pentarquía y designó presidente de la república al doctor Ramón Grau San Martín. De integración heterogénea, en su equipo de gobierno con Antonio Guiteras Holmes, a cargo de la secretaría de Gobernación, Guerra y Marina. El 15 de enero de 1934, el denominado Gobierno de los Cien Días fue derrocado por medio de un golpe de estado, con la participación del otrora sargento devenido jefe del ejército Fulgencio Batista Zaldívar y el sustituto de Welles, el nuevo embajador estadounidense Jefferson Caffery, quienes llevaron al poder a Carlos Mendieta.
El llamado “gobierno de concentración nacional” o Caffery-Batista-Mendieta, estuvo marcado por el ascenso del militarismo y la consecuente represión de todo intento revolucionario, el cual mantenía su presencia con hechos como el Segundo Congreso Nacional del PCC que eligió a Blas Roca Calderío como secretario general de su Comité Central, la creación de organizaciones como TNT y luego la antiimperialista Joven Cuba, ambas por Guiteras.
El movimiento de oposición al gobierno y a la situación económica y social existente, estudiada por la Foreign Policy Association y plasmada en su informe Problemas de la Nueva Cuba, tuvo su mayor expresión en la época con la huelga de marzo de 1935, aplastada ferozmente por las fuerzas armadas y policiacas. Dos meses después, el 8 de mayo de 1935, el movimiento revolucionario recibiría otro duro golpe, luego de que fueran cercados y muertos en desigual combate en El Morrillo, Matanzas, Antonio Guiteras y el revolucionario venezolano Carlos Aponte.
Entre 1935 y 1940, se suceden en la presidencia Miguel Mariano Gómez, destituido tras las presiones de Batista al Congreso, y Federico Laredo Brú, quien refrendaría el programa del militarismo batistiano, delineado en el Plan Trienal, presentado en agosto de 1937.
La lucha popular, no obstante la represión, mantuvo su presencia. La creación de los Comités Pro-Primero de Mayo, favoreció la movilización de sindicatos obreros, campesinos, profesionales. Asimismo, entre los meses de julio y octubre de 1937, se efectuó el primer congreso campesino de Cuba, encabezado por Romárico Cordero. De singular importancia fueron las campañas de solidaridad a favor de la república española y de repudio a la sublevación franquista (1936-1939). Al efecto, se alistaron y combatieron más de un millar de cubanos en las Brigadas Internacionales y en el Ejército Republicano español; símbolo de esa participación fue el prestigioso intelectual Pablo de la Torriente Brau.
La apertura democrática, a finales de la década de 1930, trajo como consecuencia la legalización del PCC en 1938, y la fundación de su órgano periodístico Noticias de Hoy y la creación, al año siguiente, de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), encabezada por Lázaro Peña González. Como parte de este proceso tuvo lugar la convocatoria a la Asamblea Constituyente, encargada de aprobar la nueva constitución de la república de Cuba. Aunque en el texto de la Constitución de 1940 no se recogieron todas las aspiraciones del proceso revolucionario de los años treinta, su articulado tuvo un carácter progresista.
Las elecciones presidenciales llevaron al poder a Fulgencio Batista, quien gobernó entre 1940 y 1944, o sea, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Por más que los sectores populares lo exigían, el mandatario no se preocupó por la instrumentación de las leyes complementarias a la Constitución de 1940.
En las siguientes elecciones llegó al poder el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), el cual gobernó por dos períodos consecutivos: entre 1944 y 1948, la presidencia de Ramón Grau San Martín, y su sucesor Carlos Prío Socarrás (1948-1952). En un contexto marcado por la emergencia e intensificación de la Guerra Fría, durante la administración de Grau se creó el Grupo Represivo de Actividades Subversivas y, como parte de la persecución y represión de los dirigentes obreros y campesinos, fueron asesinados Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias, Niceto Pérez y Sabino Pupo.
Prío, por su parte, promulgó algunas de las leyes complementarias todavía pendientes y proclamó la política de “nuevos rumbos” a partir de las sugerencias de la comisión del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) que estudió la difícil situación nacional en 1950 y publicó sus conclusiones con el título de Informe Truslow. Como parte de esa política se instauró el Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba. (BANFAIC).
Mientras tanto, el gansterismo, las pandillas y la corrupción formaban parte del equipo gubernamental auténtico. A esa situación se enfrentaría el líder del Partido del Pueblo Cubano (ortodoxo), Eduardo Chibas Rivas. En el momento de su muerte en 1951, su programa político y la tradición de las campañas chibasistas, lo convertían en probable ganador en las elecciones. Tales posibilidades propiciaron que Batista, sin posibilidades reales de imponerse con el Partido Acción Unitaria (PAU), perpetrara el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.
Ante la situación imperante en el país y cerradas todas las vías de lucha pacífica, el joven abogado ortodoxo Fidel Castro Ruz, se propuso en su estrategia política iniciar la insurrección popular contra la dictadura. Con un grupo de jóvenes, en su mayoría humildes y desconocidos, entre los que descollaba Abel Santamaría Cuadrado, elaboró un plan que incluía el ataque a las fortalezas de Bayamo y Santiago de Cuba el 26 de julio de 1953.
Fracasado el asalto al Cuartel Moncada, muchos de los protagonistas fueron asesinados, otros perseguidos por la dictadura. Fidel Castro fue detenido y juzgado junto con su hermano Raúl y demás asaltantes. Desde la cárcel dio a conocer su alegato de defensa La historia me absolverá, devenido base para concretar un amplio frente antidictatorial y programa de la futura Revolución.
Una intensa campaña popular por la amnistía de los presos políticos logró la libertad para los moncadistas en mayo de 1955. Tras una breve estancia en Cuba durante la cual se creó la primera dirección nacional del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), Fidel se trasladó a México, donde emprendió los preparativos para el reinicio de la lucha armada, mientras la actividad clandestina se extendía a todo el país.
El 25 de noviembre de 1956, el yate Granma partió de Tuxpan, México, con 82 expedicionarios a bordo arribando a Cuba el 2 de diciembre. Dos días antes de producirse el desembarco tuvo lugar el levantamiento de Santiago de Cuba, bajo la dirección de Frank País García. Luego de un primer fracaso en Alegría de Pío y el reencuentro de Fidel y Raúl Castro Ruz, comenzó una fase de reorganización y consolidación del Ejército Rebelde en plena Sierra Maestra. Los combates de La Plata y de El Uvero, el 17 de enero de 1957 y el 28 de mayo de igual año, respectivamente, fueron triunfos importantes para el naciente ejército.
Mientras esto sucedía, en La Habana, el Directorio Revolucionario, encabezado por su líder, el presidente de la FEU, José Antonio Echeverría, emprendía una acción insurreccional que tenía como objetivo el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957 y el consecuente ajusticiamiento del dictador Batista, plan que incluía la toma de la emisora Radio Reloj. En esas acciones, entre otros, murió Echeverría.
Entre los hechos armados importantes desarrollados en las ciudades durante ese período estuvo la sublevación popular del 5 de septiembre en Cienfuegos, organizada por el Movimiento 26 de julio y fuerzas de la Marina.
En marzo de 1958, fueron creados el Segundo Frente Oriental Frank País, bajo el mando del comandante Raúl Castro Ruz, en la zona montañosa del noreste de la provincia oriental, y el Tercer Frente Mario Muñoz, dirigido por el comandante Juan Almeida Bosque, en las cercanías de Santiago de Cuba. Después de la derrota de la ofensiva militar de la tiranía en la primavera de 1958, desencadenada tras el fracaso de la huelga del 9 de abril, el Ejército Rebelde decidió invadir el resto de la Isla. Al efecto, la columna comandada por Camilo Cienfuegos abandonó la serranía con la misión de llegar al extremo occidental de Cuba, mientras la que se encontraba a las órdenes de Ernesto Che Guevara se dirigiría al centro del país.
Entre septiembre y octubre se extendió la guerra a toda la Isla, junto a la continuidad de las acciones insurreccionales clandestinas en las ciudades. Se destacan la creación de nuevos frentes guerrilleros: el IV Frente Simón Bolívar en el noroeste de Oriente, el de Camagüey, que se suma al creado en julio en Pinar del Rio y el accionar de destacamentos en el noreste de La Habana y Matanzas.
En noviembre las fuerzas insurreccionales sabotearon la falsa electoral del régimen batistiano y se produce, dirigido por Fidel, la estratégica victoria rebelde en Guisa, a las puertas de la ciudad de Bayamo, que permitió continuar una exitosa ofensiva hacia Santiago de Cuba.
El mes de diciembre fue decisivo en la derrota de la dictadura, destacándose las acciones en Las Villas dirigidas por el Che y Camilo, que permiten cortar por vía terrestre las comunicaciones en el país y liberar tras fuertes combates importantes pueblos y ciudades, culminando con las batallas de Yaguajay y Santa Clara, donde participan además de las fuerzas del Movimiento 26 de julio, grupos armados de otras organizaciones, entre las que se destacan las del Directorio Revolucionario, dirigida por Faure Chomón Mediavilla.
En el Oriente del país la impetuosa ofensiva rebelde entre las fuerzas de los cuatro frentes guerrilleros permitió ocupar varios municipios y poblados, destacándose el combate de Maffo y Palma Soriano; y aislar las principales ciudades, impidiendo el movimiento de las fuerzas de la tiranía.
Mientras, en los últimos días de diciembre, la ofensiva revolucionaria consiguió la liberación de la ciudad de Santa Clara, por la columna del Che, después de destruir el tren blindado enviado desde La Habana para reforzar a las fuerzas de la dictadura, y Camilo toma el poblado de Yaguajay el 31 de diciembre.
En este contexto, la dictadura batistiana y la embajada norteamericana maniobraron para impedir el triunfo revolucionario ante el inminente colapso del régimen. Batista decidió huir en el amanecer del primero de enero de 1959 con sus principales personeros e intentó dejar un gobierno lacayo.
La respuesta de Fidel Castro y el accionar revolucionario fue decisiva para evitar que se escamoteara el triunfo popular. La huelga general convocada que tuvo un apoyo total y la decisión de no interrumpir la actividad combativa del Ejército Rebelde, permitieron la entrada de Fidel Castro a la ciudad de Santiago de Cuba en la noche del 1 de enero y que desde el Balcón del Ayuntamiento proclamara el triunfo rebelde en un trascendental discurso, que el día 2 las columnas del Che y Camilo ocuparan las principales instalaciones militares de la capital y se rindieran todas las guarniciones de la dictadura.
En un histórico recorrido desde Santiago de Cuba, Fidel Castro arribó a La Habana el 8 de enero al frente de la Caravana de la Libertad, consolidándose el triunfo revolucionario.
Como parte de la temprana institucionalización del proceso, se constituyó un Gobierno Provisional Revolucionario presidido por el magistrado Manuel Urrutia Lleó y con José Miró Cardona, como primer ministro. Ante la necesidad de radicalizar la Revolución y hacer avanzar las leyes revolucionarias, el 13 de febrero de 1959, Fidel ocupó el cargo de primer ministro. En julio, ante los obstáculos que aún intentaban poner los sectores conservadores del gobierno, Fidel renuncia a su cargo, como solución a la crisis política creada. El pueblo respaldó masivamente al líder rebelde, forzando la renuncia del Presidente Urrutia, eligiéndose en su lugar al Dr. Osvaldo Dorticós Torrado. El 26 de julio Fidel se reintegró a su cargo en masiva concentración en la Plaza de la Revolución.
La revolución en su radicalización, orientó sus medidas a la liquidación de las bases del Estado burgués, para lo cual disolvió el ejército de la dictadura, la Policía Nacional, la Policía Secreta y demás cuerpos represivos de la tiranía; su lugar fue ocupado por el Ejército Rebelde, la Policía Nacional Revolucionaria y otros órganos surgidos en función del orden público, la seguridad del país y la defensa de la Revolución contra sus enemigos. Aplicó, además, la justicia a los esbirros, delatores y criminales de guerra, confiscó los bienes de los malversadores enriquecidos con el erario público y negocios sucios al amparo de los gobiernos anteriores, democratizó toda la vida sociopolítica del país y estableció la plena soberanía nacional.
La medida más trascendente de esos primeros meses fue la primera Ley de Reforma Agraria, dictada el 17 de mayo de 1959, que benefició a cientos de miles de familias campesinas y que fijó un máximo de 30 caballerías a la posesión individual de la tierra. Como parte de ese proceso fue creado el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA).
Medidas como estas y otras dictadas en breve tiempo, condicionaron el recrudecimiento de la hostilidad estadounidense, a través de los planes subversivos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), presentados al Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Como parte esencial de ese enfrentamiento la CIA procedió a la organización, dirección y equipamiento de la contrarrevolución interna y a la realización de sabotajes, asesinatos, conspiraciones y planes de atentados contra la vida de Fidel Castro y otros dirigentes políticos: creó decenas de grupos para la subversión interna y estableció bandas armadas en las zonas montañosas de todo el país, especialmente en el Escambray
El atentado al vapor francés La Coubre, el 4 de marzo de 1960, los sabotajes a la industria azucarera y otros sectores claves de la economía, ejemplifican el ambiente de agresión.
La negativa de las refinerías extranjeras a procesar petróleo soviético adquirido por Cuba tras la firma del primer convenio comercial con la URSS, obligó al Gobierno Revolucionario a expropiar esos consorcios el 28 de junio de 1960. En represalia, el gobierno de Estados Unidos suprimió la cuota azucarera cubana, con el fin de arruinar el país, al dejarlo sin su principal mercado. La respuesta, a su vez, fue la nacionalización, entre el 6 de agosto y el 24 de octubre de ese año, de todos los intereses de ese país, que incluían bancos, grandes fábricas, minas, empresas de teléfonos, electricidad, ferrocarriles y otros.
La hostilidad de Estados Unidos también se expresó en la política internacional con la utilización de la Organización de Estados Americanos (OEA). En respuesta a los acuerdos anticubanos de la Reunión de Cancilleres celebrada en Costa Rica, Cuba adoptó el 2 de septiembre de 1960, la I Declaración de La Habana.
En 1960, aparecieron también nuevas organizaciones revolucionarias como los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). Como parte del mismo proceso fue creado el Buró de Coordinación de Actividades Revolucionarias, encargado de coordinar las labores del M-26-7, el DR 13 de Marzo y el PSP, que posteriormente dio paso a las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI).
La Revolución comenzaba el período de construcción del socialismo, proclamado por el Comandante en Jefe Fidel Castro el 16 de abril de 1961, durante el entierro de las víctimas del ataque aéreo del día anterior, preludio del ataque mercenario por Playa Girón. En menos de 72 horas, las milicias y el Ejército Rebelde liquidaron la invasión mercenaria organizada, apoyada y financiada por Estados Unidos, propiciando así su primera gran derrota militar en América.
En medio de estos conflictos se desarrolló una masiva campaña de alfabetización, al tiempo que Cuba era sometida al aislamiento diplomático tras su expulsión de la OEA en enero de 1962. La respuesta fue una gran concentración del pueblo en la Plaza de la Revolución para aprobar la II Declaración de La Habana.
El gobierno de Estados Unidos, por su parte, elaboró la llamada Operación Mangosta, con una serie de tareas encaminadas a provocar la subversión interna. En ese contexto tuvo lugar la Crisis de Octubre, cuyas causas inmediatas giraron alrededor de la instalación en Cuba de misiles balísticos soviéticos de alcance medio en virtud de un tratado firmado entre La Habana y Moscú en agosto de 1962.
En el mes de octubre de 1963, fue promulgada la segunda Ley de Reforma Agraria, que redujo el límite máximo de tierra en manos privadas. Ese mismo año, se abrió una amplia reestructuración de las ORI, creándose el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC). El proceso de integración de las organizaciones revolucionarias alcanzó su mayor expresión cuando el PURSC se transformó en el Partido Comunista de Cuba y se creó el Comité Central del PCC en octubre de 1965.
La década del sesenta se caracterizó por el amplio apoyo de la Revolución cubana a los movimientos de liberación nacional de África, Asia y América Latina, en su lucha por la independencia, contra el colonialismo, el imperialismo y los gobiernos títeres que oprimían a los pueblos.
Al comenzar la construcción socialista bajo el férreo bloqueo económico de Estados Unidos, el impulso inicial se dirigió, en lo esencial, a la defensa del país y al desarrollo social. Una parte considerable de los recursos fue destinada a las esferas de la educación y la salud pública; en la economía, el esfuerzo principal se orientó a la reestructuración de la agricultura y de la producción azucarera, así como a la creación y desarrollo de la industria pesquera con el objetivo de incrementar los fondos exportables tradicionales y elevar los productos alimenticios destinados al consumo interno.
La década de 1970 fue importante en el proceso de institucionalización de la revolución, iniciado a partir del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado en diciembre de 1975. En referéndum celebrado el 15 de febrero de 1976, fue aprobada por la inmensa mayoría del pueblo, la Constitución Socialista, la cual fue proclamada el 24 de febrero. Al cierre del año se adoptó una nueva división político-administrativa. La culminación de este proceso se alcanzó con la inauguración, el 2 de diciembre de 1976, de la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde el Comandante en Jefe Fidel Castro resultó electo presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
Hacia esos años, Cuba fortaleció sus vínculos estrechos con la URSS, se integró al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y llevó a cabo las misiones militares internacionalista en Angola, para asegurar su independencia y enfrentar los planes desestabilizadores del régimen sudafricano, y en Etiopía, ante la agresión extranjera. Nuestro gobierno respaldó decisivamente la causa vietnamita, a la revolución sandinista en Nicaragua, al gobierno de Maurice Bishop en Granada, y al movimiento revolucionario en El Salvador y Guatemala. Desempeñó, además, un destacado papel en la revitalización del Movimiento de Países No Alineados, celebrándose en La Habana su sexta reunión cumbre en 1979.
El Segundo Congreso del Partido, en 1980, se efectuó en medio de la crisis migratoria del Mariel y en el preámbulo del recrudecimiento de las amenazas de agresión con el arribo en enero de 1981 a la Casa Blanca del presidente republicano Ronald Reagan. A partir de entonces, el gobierno cubano destinó cuantiosos recursos a la defensa del país, y formuló la doctrina militar cubana basada en la Guerra de Todo el Pueblo, para lo cual fueron organizadas las Milicias de Tropas Territoriales (MTT).
A mediados de los años 80, la economía cubana presentaba problemas sensibles, tanto por factores internos como externos. Para enfrentar dicha situación, se dio a conocer durante las sesiones del Tercer Congreso del PCC, celebrado en abril de 1986, el denominado Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas.
En 1989 comenzó el retorno definitivo a Cuba de las tropas que desde 1975 habían ayudado al pueblo y gobierno angolano a consolidar su independencia y soberanía. El 7 de diciembre de ese año, se realizó la Operación Tributo, donde recibieron sepultura en el suelo patrio y en sentido homenaje, los restos de los cubanos caídos en cumplimiento de misiones internacionalistas.
La desaparición del socialismo en Europa del Este (1989-1990) y la desintegración de la URSS (1991), junto con el reforzamiento del bloqueo económico de Estados Unidos, puso a la revolución en la coyuntura más difícil de su historia. La capacidad de importación de Cuba cayó abruptamente de casi 8 mil millones de dólares anuales a menos de 2 mil, mientras el PIB bajó en un 40%.
Comenzó el llamado Período Especial en tiempo de Paz, que significó una dura prueba de resistencia a nuestro pueblo, marcando una etapa de desarrollo de la creatividad en todas las esferas de la vida económica, social, política y militar, para dar respuesta a las necesidades más apremiantes del país. El gobierno asumió la distribución equitativa de los exiguos recursos existentes.
En ese contexto se recrudeció el bloqueo con la Ley Torricelli aprobada en octubre de 1992 y la Ley Helms-Burton, puesta en vigor en 1996; esta última abrió la posibilidad de sancionar por los tribunales de Estados Unidos a empresas de terceros países que tuvieran negocios con Cuba.
En octubre de 1991 se reunió el IV Congreso del Partido Comunista de Cuba, donde se propuso una reforma constitucional que incluía la elección directa de los diputados y fundamentó la necesidad de las empresas mixtas con el capital extranjero.
Desde 1995 comenzó a registrarse una gradual recuperación de producciones tradicionales como el níquel y el tabaco. Asimismo, entre los logros estuvo el crecimiento de la extracción de petróleo crudo y gas.
Tras una inmensa campaña encabezada personalmente por Fidel Castro de reclamo popular por la patria potestad, arribó en junio de 2000 a Cuba el niño Elián González, víctima y sobreviviente del naufragio de una embarcación conducida rumbo a los Estados Unidos. Se iniciaba en ese contexto la denominada Batalla de Ideas, acompañada, además, de la implementación de los Nuevos Programas Sociales de la Revolución. En los últimos años de la última década del siglo XX, se le incorporó a esa batalla, el reclamo por la liberación de los cinco cubanos prisioneros en cárceles estadounidenses, luego de ser condenados en un juicio amañado en Miami.
En 2002, por votación mayoritaria en referéndum, se estableció en la Constitución el carácter irrevocable del socialismo. Las hostilidades de las administraciones estadounidenses continuaron, y el 6 de mayo de 2004 el presidente George W. Bush dio a conocer nuevas disposiciones contra Cuba, que incluyeron duras restricciones en las visitas familiares y en envío de dinero a la Isla.
A partir de 2004 se abrieron para Cuba nuevas posibilidades de inserción internacional en los marcos de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Asimismo, se incrementaron de forma sustancial las relaciones comerciales y financieras con otras naciones entre las que se destacan China, Vietnam, Rusia, Angola, Brasil y Argelia.
En julio de 2006, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz hizo pública la Proclama al pueblo de Cuba en la cual expresaba a partir de su estado de salud la decisión de delegar con carácter provisional sus funciones como Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Presidente del Consejo de Estado y del Gobierno de la República de Cuba, en el General de Ejército Raúl Castro Ruz, segundo secretario del Comité Central del Partido, Ministro de las FAR y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y Ministros de la República de Cuba.
El 24 de febrero de 2008 Raúl Castro Ruz fue electo por la Asamblea Nacional como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, siendo reelecto para un segundo mandato en febrero de 2013.
El 23 de octubre de 2008 se firmó la «Declaración sobre la reanudación de la cooperación entre la Comisión Europea y la República de Cuba». Ese mismo año, Cuba entró al Grupo de Río y en los años siguientes integró la CELAC (2010), y se comenzó el trabajo en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (2013).
Entre los días 16 y 19 de abril de 2011, se efectuó en La Habana el VI Congreso del PCC, que dedicó sus esfuerzos principales al debate de los mecanismos para actualizar el modelo económico cubano y ponerlo en consonancia con la situación entonces presente y futura del desarrollo económico y social de la Isla. Como resultado, previo debate en las organizaciones de base del PCC y de la UJC, así como en otras organizaciones sociales y de masas, se aprobaron los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución.
A partir del 17 de diciembre de 2014, se inicia un escenario de nuevas relaciones Cuba-Estados Unidos durante la administración del presidente Barack Obama, mientras Cuba alcanza protagonismo en el ámbito de las relaciones internacionales. El 12 de febrero de 2016 se firmó en La Habana la Declaración Conjunta del Papa Francisco y el Patriarca Kirill de Moscú y de toda Rusia, al tiempo que la Capital sirvió de sede del Diálogo de los Acuerdos de Paz entre el gobierno de Colombia y las FARC.
Del 16 al 19 de abril de 2016 se celebró en La Habana el VII Congreso del PCC y se aprobó el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030. En la jornada de clausura el Comandante en Jefe Fidel realizó una intervención especial, en la que aseguró que el pueblo cubano vencería. Asimismo, quedó establecido como principio, el papel de Estado como rector y regulador de todos los actores de la actividad económica y del mercado y la importancia de proseguir abogando por la plena integración regional: CELAC, ALBA, UNASUR, contra los intentos de Estados Unidos de frustrar ese avance.
El 25 de noviembre de ese mismo año falleció en La Habana el Comandante en Jefe. La noticia fue comunicada oficialmente al pueblo cubano por el presidente Raúl Castro. Tres días después, millones de personas rindieron homenaje al líder en la Plaza de la Revolución y en el resto del país, al tiempo que firmaban el concepto de revolución de Fidel, comprometiéndose así a continuar con su obra.
El 29 de noviembre, una multitudinaria concentración del pueblo cubano y extranjeros, presidida por Raúl Castro junto a importantes jefes de estados del mundo, homenajeó en la Plaza de la Revolución al líder. Al día siguiente, de la propia Plaza salió rumbo a Santiago de Cuba una caravana con sus cenizas. El Consejo de Estado decretó nueve días de luto nacional, hasta el día de su sepelio, que tuvo lugar el 4 de diciembre de 2016 en el Cementerio de Santa Ifigenia, y contó con la presencia de varios mandatarios de la región.
El clima de distensión en las relaciones Cuba-Estados Unidos en los últimos años de la administración Obama, sufrió una sensible reversión luego de que Donald Trump asumiera la presidencia, el 20 de enero de 2017. Entre los actos de hostilidad estuvo una reducción significativa por parte del Departamento de Estado de sus diplomáticos en Cuba. La medida tuvo como argumento los presuntos “ataques sónicos” al personal diplomático estadounidense en La Habana. El gobierno cubano, respaldado por un comité de expertos nacionales, concluyó que no había evidencias de tales atentados a la salud de los funcionarios.
En noviembre de ese año, el gobierno estadounidense anunció la aplicación de mayores restricciones para los ciudadanos de Estados Unidos interesados en hacer negocios con Cuba y viajar a la isla caribeña. Asimismo, los departamentos de Estado, Comercio y Tesoro dieron a conocer la adopción de acciones coordinadas para implementar el documento firmado por el presidente Trump, el 16 de junio de 2017 en Miami, Florida, las cuales incluían vetar a los estadounidenses de hacer transacciones con más de 180 entidades cubanas.
En medio de esas tensiones, el 21 de diciembre de 2017, en la última Sesión Ordinaria de la VIII Legislatura, efectuada en La Habana, la Asamblea Nacional aprobó extender el mandato de los diputados del Parlamento cubano y de los delegados de las Asambleas Provinciales, a causa de las graves afectaciones ocasionadas por el huracán Irma, cuyo impacto directo sobre casi todo el territorio nacional determinó la necesidad de ajustar el cronograma del proceso electoral.
El 19 de abril de 2018, la IX legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular eligió al entonces Primer Vicepresidente Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez (2013-2018), presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Al mismo tiempo, resultó electo Salvador Valdés Mesa como Primer Vicepresidente del Consejo de Estado y posteriormente la Asamblea Nacional aprobó su designación como Primer Vicepresidente del Consejo de Ministros. El General de Ejército Raúl Castro en su condición de Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba pronunció el discurso de clausura de la asamblea.
La Asamblea Nacional el Poder Popular aprobó una Comisión encargada de elaborar la propuesta de anteproyecto de modificación de la Constitución de la República, presidida por el Co. Raúl Castro Ruz, cuyo texto fue analizado en el VII Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y posteriormente en varias sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde se aprobó el anteproyecto que ha sido sometido a una amplia consulta popular, entre el 13 de agosto y el 15 de noviembre de 2018. Las miles de propuestas realizadas permitieron perfeccionar el texto en el 60 % de su articulado. Tras la aprobación del proyecto de nueva Constitución, los cubanos votarán en referendo su aprobación el 24 de febrero der 2019.
En el contexto de análisis popular del anteproyecto tuvo lugar, el 24 de octubre de 2018, el 73 Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, cónclave en el que fue votada, una vez más, la resolución cubana sobre la "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba". La nación cubana volvió a vencer con 189 a favor, 2 en contra y ninguna abstención. Las enmiendas propuestas por Washington para dilatar el proceso de votación en la ONU de la resolución de condena al bloqueo fueron rechazadas abrumadoramente por las naciones miembros.
La importancia de Cuba en la arena internacional se reafirma cuando el 14 de diciembre de ese año, La Habana sirvió de sede a la XVI Cumbre de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), con la presencia de jefes de Estado y de Gobierno de once naciones de América y el Caribe.