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- En este articulo: Consejo de Ministros
El Consejo de Ministros, encabezado por su Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, visitó este viernes la provincia de Las Tunas. El recorrido comenzó en la mañana por el municipio de Puerto Padre
Estudios Revolución
Para continuar recorriendo la Cuba que hoy somos y empujar entre todos el país que queremos tener, el Consejo de Ministros, encabezado por su Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, comenzó en la mañana de este viernes una visita a la provincia de Las Tunas por el municipio costero de Puerto Padre, cuna de gente noble y trabajadora que recibió en sus calles al mandatario con el mismo cariño que le han prodigado a su paso por cualquier rincón de esta Isla.
Por el central azucarero Antonio Guiteras empezó la agenda de trabajo de Díaz-Canel, consciente del impacto de la zafra en la economía del país y, específicamente, del papel que juega el centenario ingenio en el cumplimiento del plan trazado para este año. Luego de dos días de lluvia, el coloso de Delicias detuvo sus maquinarias y una tranquilidad inusual recibió al Presidente; quien, no obstante, quiso saber sobre los indicadores de eficiencia, la fuerza de trabajo, el salario, la alimentación, la automatización de los procesos, la calidad del azúcar que producen…y hasta las condiciones que se han ido creando para que todos los azucareros voten en el referendo constitucional del próximo 24 de febrero.
Allí supo que el Antonio Guiteras cumple el plan al 96 %, con unas 1 597 toneladas de atraso. El problema
no está en el central -explicó Julio García Pedraza, director general de la empresa azucarera en la provincia-, sino en la cosecha y en el tiro, sobre todo por roturas en los equipos. Las piezas de repuesto están llegando a la provincia y la situación irá estabilizándose. El directivo aseveró que Las Tunas -hoy con cuatro centrales moliendo, el mejor de ellos el de Majibacoa- no debe tener dificultades para asegurar su compromiso, «estamos en condiciones, como nunca, de cumplir el plan».
Díaz-Canel conoció que el salario rondó los dos mil pesos en el mes de enero, que no existe en el central de la Villa Azul problemas con la fuerza de trabajo y que el azúcar que producen tiene bien sus once parámetros de calidad.
En diálogo con los azucareros, el Presidente cubano comentó sobre los planes para emprender en todo el país la renovación de las bateyes, en similar movimiento al que se desarrolla en municipios y ciudades. Tenemos que reanimar también la vida en estos lugares, reparar caminos, abrir nuevos servicios, embellecer las viviendas. Puede parecer un sueño, dijo, pero hay muchas cosas que podemos hacer.
CONFIANZA PERENNE EN LOS JÓVENES
Antes de que el Presidente saliera de aquella aula del preuniversitario Calixto García, del municipio Puerto Padre, una muchacha de uniforme azul, sentada en la primera mesa de la segunda fila, le pidió confiar en su generación; a lo que este respondió: «Nosotros tenemos mucha confianza en ustedes».
Así de franco fue el intercambio, desde el primer minuto, entre los muchachos y el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Hablaron de deporte, de música, de motivaciones profesionales, de informatización, de la recreación en los fines de semana, de Venezuela y el cerco amenazador de Estados Unidos, de la Constitución y de las pruebas de ingreso.
No se preocupen, son exámenes normales, les dijo Díaz-Canel, hay que hacerlos sin miedo, pero tienen que prepararse muy bien. Fue preguntando quiénes optaban por Letras, Ciencias Médicas, Pedagogía, Matemática, Física…mientras los jóvenes iban levantando la mano. Se percató que pocos se decidían por las materias económicas y opinó que había que incentivar esa importante vocación entre los muchachos.
También les platicó sobre la votación del 24 de febrero, la nueva Carta Magna que hicimos entre todos y el futuro del país asegurado en ella. En resumen, les dijo: deben votar por convicción y no como autómatas; vayan con sus familias ese domingo a las urnas; esta Constitución es de ustedes, que tienen el tremendo privilegio, como generación, de haber participado en todo el proceso.
Acompañado por Ena Elsa Velázquez Cobiella, ministra de Educación, el mandatario recorrió varias aulas, laboratorios y el patio central de la escuela que cuenta con 549 alumnos y tiene en la sencillez de sus instalaciones, en la limpieza y en la sonrisa de sus trabajadores y estudiantes, los mayores tesoros.
PORQUE NO HAY NADA MÁS IMPORTANTE QUE UN NIÑO
Antes de entrar al hospital pediátrico Raymundo Castro, de Puerto Padre, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros se apartó de la ruta para saludar a los vecinos que se habían reunido en la acera frente a la institución.
«Voy a visitar el Pediátrico, ¿qué les parece?, ¿trabajan bien?», preguntó a los puertopadrenses que tantas veces han llevado a sus hijos enfermos allí. «Es una tacita de oro», opinó alguien del tumulto; «tienen muy buen equipo de trabajo», le siguió otra persona que no se lograba ver entre tantos rostros.
Ya dentro de la institución de salud supo por medio de su directora, Masiel Peña Pérez, que atienden una población infantil de 29 mil 413 pacientes de los municipios de Jesús Menéndez y Puerto Padre, con una dotación de 57 camas y 235 trabajadores, de ellos 14 médicos, 40 licenciados en Enfermería y 17 técnicos. Todos se empeñan a diario por mantener en cero la mortalidad infantil, el índice de mayor orgullo para un hospital y sus trabajadores.
Díaz-Canel recorrió junto al ministro de Salud, José Ángel Portal Miranda, varias salas, entre ellas la de Gastroenterología y Cuerpo de Guardia; conversó con los padres de los pacientes; y supo sobre algunos de los padecimientos, los más frecuentes en este hospital asociados a enfermedades respiratorias.
Conoció que la mayor preocupación en la institución médica de Puerto Padre radica hoy en el mobiliario clínico, deteriorado por el uso y el tiempo. Según explicó Portal Miranda se evalúan algunas inversiones para irlo recuperando a partir de este año.
Como se va haciendo costumbre en estos recorridos, a la salida del Hospital se había reunido nuevamente el pueblo, que de boca en boca se iba enterando de que el Presidente andaba por el municipio. Entre muchos, una señora le da un beso y le dice: «ahora sí me puedo morir». Él se ríe y rápido responde: «ahora es cuando más tenemos que vivir».
Así son los cariños que reciben el Presidente a su paso por esta Cuba que somos.