Cuba clama un sí por la vida y no cesa de condenar el genocidio
Nacionales

Una marcha frente al mar habanero, y luego un concierto, tuvieron lugar en la tarde de este jueves para condenar el exterminio que está perpetrando Israel contra el pueblo palestino. En representación de Cuba entera, habaneros de todas las edades y hermanos de la tierra palestina vivieron esa jornada que estuvo encabezada por el Presidente Díaz-Canel y otros dirigentes de la Revolución.
DC Palestina 24112023

Alejandro Azcuy

¿Qué insólito mundo es este que no ha podido evitar y mucho menos detener el genocidio que Israel comete contra el pueblo palestino? ¿Será que ya tocamos fondo y que nuestra especie perdió su apellido?: ¿Será que ya no merece denominarse humana?

Las imágenes que llegan sobre la barrida de extermino que está siendo perpetrada por Israel y por la maquinaria imperialista que está detrás del telón, convierten a la realidad en cosa inverosímil: las cifras de muertes son espeluznantes; y detrás de cada número, como ya se ha dicho, hay un sueño segado, un futuro que ya no será, un derecho a la vida que la barbarie ha negado.

Hace unos días, durante un encuentro de la dirección del país con 144 palestinos que estudian en la Isla, un joven compartía el desvelo de un ascendiente suyo: el hombre, a quien prohibieron un día volver a su suelo natal, solo quería dormir en su tierra y taparse con el manto estrellado de su propio cielo.

Esa noche el Presidente Díaz-Canel dio gracias a los jóvenes, quienes habían tenido el coraje de compartir un dolor infinito que los embarga. Y este jueves en la tarde, con el aire todavía amarillo por el sol de las tres, los principales dirigentes de la Revolución encabezaron una marcha frente al mar habanero. Lo hicieron junto a un pueblo donde había cubanos de todas las edades, y también hermanos palestinos que hoy están en la Mayor de las Antillas.

Primero fue la marcha que pasó frente a la Oficina de ¿intereses? de Estados Unidos en la Isla, y luego un concierto por la vida, frente al malecón habanero.

En medio de los cantos, entre cuyos espectadores también estaba el Presidente Díaz-Canel, cualquiera podía mirar al cielo y descubrir que estaba despejado y que era de un azul muy claro. Cualquiera podía intentar ponerse bajo la piel -vaya difícil propósito, ejercicio desgarrador- de quienes, si sobrevivieron a las bombas, han perdido a sus padres, hermanos, amigos, hijos -esos inocentes que nos atraviesan el alma desde sus mortajas, o desde sus heridas, o desde un llanto a lágrima viva por el dolor y el miedo.

Como los hijos de Cuba aman la vida a morir -como aprendimos de Fidel que siempre valdrá la pena haber vivido y haber luchado-, una representación de ellos estaban este jueves frente al mar habanero para decir al mundo que condenan el genocidio contra los palestinos.

Cerca del mar -que simboliza la belleza y la libertad- valió la pena dar otro espaldarazo a la vida. Así es, porque esta Isla amada -tan “rara” en medio de lo anestesiados que andan millones por el orbe-, seguirá siendo el espacio de la dignidad, de la piedad, de la empatía, de la rebeldía contra los siniestros, y de la suerte echada por todos los oprimidos de la Tierra.

DC Palestina 24112023
Foto: Alejandro Azcuy.