Discurso pronunciado en el acto por el lanzamiento del Proyecto 25 para el 25, desde el Capitolio Nacional
Nacionales

Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en el acto por el lanzamiento del Proyecto 25 para el 25, desde el Capitolio Nacional, el 17 de diciembre de 2025, “Año 67 de la Revolución”.
None
(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)

 

Estimado embajador Miguel Díaz Reynoso;

Compañeros de la dirección del Partido, el Gobierno, el Estado, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior y de nuestras organizaciones de masas y sociales;

Querido Abel;

Queridos amigas y amigos;

Queridos jóvenes cubanos:

Cuando me invitaron a hablar en el lanzamiento de este Proyecto 25 para el 25, desde Cuba, en simultáneo con similar presentación de la querida presidenta Claudia Sheinbaum, desde el Zócalo, en la Ciudad de México, dije enseguida que sí, por tres razones:

Primero, la iniciativa llegó de una nación hermana a la que mucho debemos y queremos. Segundo, se trata de libros impresos, con autores y obras conocidas y otras que nos encantaría leer.  Y en tercer lugar, aunque también puede ser lo primero, está concebido para jóvenes de entre 15 y 30 años de varios países de nuestra América.

Así que gracias por la oportunidad, queridos Claudia, Paco, Embajador y Abel; gracias también al equipo de Casa de las Américas que acogió como suyo este acontecimiento cultural.

Como ingeniero de formación, soy un apasionado de la tecnología que disfruta los tremendos avances que se están operando todos los días en el mundo digital, pero nunca he podido desprenderme del amor por los libros impresos ni de la emoción de leer pasando las hojas con ansias de absorber el conocimiento que encierran.

Pienso que no hay nada como un buen libro para que la imaginación se desate.  Y si es un libro impreso, al placer de leer se le añade entonces el de atesorar ideas y frases con las que te identificas profundamente al punto de irlas marcando en esos libros que envejecen a tu lado llenos de notas.

Hay que agradecer al Gobierno de México, a su Presidenta y particularmente a Paco Ignacio Taibo II, que tan bien conoce a Cuba y a quien tan buenos libros debemos, que nos hayan incluido en este hermoso proyecto.

Es un acto de justicia con la Revolución Cubana y con su líder histórico, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien acuñó con una frase emblemática la voluntad jamás abandonada de fomentar la lectura como fuente fundamental del conocimiento, cuando expresó: “No le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee!”.

De esa voluntad nació una de las primeras instituciones culturales de la Revolución el 31 de marzo de 1959.  Hablo de la Imprenta Nacional, cuyo primer libro es nada menos que El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, con ilustraciones de Pablo Picasso y Gustavo Doré.  En aquella imprenta, dirigida por Alejo Carpentier, genio de nuestras letras, se imprimieron también las cartillas y textos básicos de la gran Campaña de Alfabetización, que en menos de un año convirtió a Cuba en territorio libre de analfabetismo y, para siempre, en una nación apasionada por la lectura y siempre sedienta de conocimiento.

Cuentan los que vivieron la efervescencia de aquellos días que cuando se preparaba la Campaña de Alfabetización, en un discurso público, Fidel prometió premiar a quienes se alfabetizaran y escribieran una carta al Ministerio de Educación de su puño y letra.  El premio era un libro de historia y geografía de Cuba y algunas nociones de las del mundo.

Muchos destacan la infatigable batalla del Comandante en Jefe por elevar constantemente la cultura del pueblo como paso fundamental en el camino al desarrollo, pero, indudablemente, lo hacía también como un modo de acercar a todos al extraordinario placer que provoca la lectura, en tanto acto de emancipación humana a través del conocimiento.  “Ser culto es el único modo de ser libre”, afirmaba José Martí, y por hacer realidad ese precepto en la conciencia nacional trabajó sin pausa Fidel desde el primer año de la Revolución hasta su partida física.

Gabriel García Márquez, nobel de literatura y uno de los autores del Proyecto 25 para el 25, con una obra dedicada a la epopeya cubana en África, como explicó el Embajador, tuvo una especial amistad con Fidel, que pasaba por el gusto común por los libros y que está muy bien recogida en ese audiovisual que aquí se presentó.

Me he extendido un poco en mis palabras asumiendo el propósito declarado del Proyecto 25 para el 25 de acercar a los más jóvenes al gusto por la lectura, no solo por obligación escolar.

Sepan que líderes como José Martí y Fidel Castro lograron poseer una cultura enciclopédica que deslumbró a sus contemporáneos, gracias a los libros.  Cumpliendo sus sueños, la Revolución Cubana no ha cesado de estimular la creación y producción literaria, desde aquella Imprenta Nacional que se transformó en Instituto Cubano del Libro hasta las muy revolucionarias editoriales provinciales y las campañas y ferias del libro que, con el tiempo, se han transformado en auténticas fiestas del libro y la lectura en todo el archipiélago cubano.

Según me han explicado, uno de los objetivos del Proyecto 25 para el 25 es disputar parte del tiempo de los jóvenes que hoy se concentra casi por completo en redes sociales, videojuegos y contenidos audiovisuales breves y cada vez muchos de ellos más banales y simples, ofreciéndoles una alternativa realmente enaltecedora.  No se trata, por supuesto, de prohibir las actividades lúdicas, sino de abrir caminos nuevos en la apropiación de los conocimientos y de mostrar que la literatura puede ser divertida y emocionalmente intensa, hasta que leer se vuelva una opción atractiva y no una obligación escolar.

Sin duda, esta colección puede tener un impacto importante en las juventudes de América Latina y el Caribe, sobre todo en cuanto al acceso a libros y a la literatura latinoamericana contemporánea y del siglo XX, al quitar una de las barreras más fuertes para la lectura en los países de menor desarrollo: el costo del libro y la falta de bibliotecas bien surtidas.  La gratuidad del proyecto abre la posibilidad de que adolescentes y jóvenes que nunca han podido comprar un libro de un autor latinoamericano en algunos países puedan tenerlos físicamente en sus manos y los compartan con sus pares.

Repasando la selección de obras y autores, entusiasma encontrarse con la deslumbrante literatura latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, indudable acierto en el interés por conectar a nuestras juventudes con historias, lenguajes y conflictos muy nuestros, que explican lo que somos y fortalece la identidad latinoamericana desde una memoria histórica con muchos puntos de contacto, que también debe favorecer una lectura más profunda y completa sobre derechos humanos.

Otro acierto indiscutible, coherente con la propia política de gratuidad del proyecto, es la estrategia de distribución en escuelas, universidades, casas de cultura, salas de lectura y todo tipo de espacio colectivo afín, favoreciendo su extensión y alcance.

Por todas esas razones, me honra sobremanera dar la voz de arrancada al comienzo en Cuba del Proyecto 25 para el 25, un puente de papel y tinta que une a las juventudes de nuestra América.

México y Cuba compartimos una historia de siglos, de luchas por la independencia, la justicia social y la dignidad de nuestros pueblos, en el transcurso de la cual floreció una cultura de tantos y tan diversos enlaces, que en no pocos casos resulta imposible diferenciar qué pasó de México a Cuba y qué de Cuba a México, y eso pasa sobre todo con los boleros.

Creo que con este acto y esta notable colección honramos esa historia común de cultura, solidaridad, hospitalidad y rebeldía.  Estos libros que hoy México pone en las manos de la juventud cubana dan continuidad a ese diálogo entrañable y profundo de tantos siglos.

El Proyecto 25 para el 25 nace con una convicción sencilla y poderosa: la juventud de América Latina y el Caribe merece tener libros en las manos, no solo en las vitrinas.  Merece historias que hablen de sus barrios, de sus dolores, de sus esperanzas; voces que se atreven a cuestionar, a imaginar otros mundos posibles y mejores.

Cada ejemplar de esta colección es una invitación a mirar con otros ojos el pasado y el presente de la región.  En estas páginas hay dictaduras y resistencias, hay amores y pérdidas, hay rabia y también ternura.  Son libros escritos por latinoamericanos y latinoamericanas que se atrevieron a decir “no” a la injusticia y “sí” a la dignidad de los pueblos.

Gracias, hermanas y hermanos, por incluirnos en el proyecto.  Al iniciarlo aquí se reconoce el lugar de Cuba en la historia política y cultural del continente, pero también se apuesta por su futuro: por los jóvenes que hoy estudian, trabajan, crean y resisten en esta isla.

Estos libros llegan a Cuba para dialogar con su propia tradición literaria, con sus poetas, con sus narradores, con sus maestros, sus profesores y sus mediadores de lectura.

Por eso, este mensaje es, sobre todo, para ustedes, jóvenes cubanos:

Tomen estos libros y léanlos a solas; sí, pero también en voz alta compártanlos, discútanlos, critíquenlos.  Que cada libro pase de mano en mano hasta que el papel se gaste pero las ideas se multipliquen.

La lectura no es un lujo ni un castigo escolar; es un derecho y una forma de libertad.  Cada página es una pregunta que nadie puede responder por ustedes.  Cada historia es una oportunidad para imaginar cómo quieren que sea el mundo en el que van a vivir.

Hoy al arrancar esta campaña en Cuba hacemos un llamado:

A las escuelas y universidades, para que conviertan estos libros en talleres, grupos de lectura y espacios de diálogo crítico.

A las bibliotecas y casas de la cultura, para que los acerquen a quienes nunca han tenido un libro propio.

A las familias, para que acompañen a sus hijas e hijos en la aventura de leer.

Y, sobre todo, a los jóvenes, para que hagan suya esta colección y la conviertan en parte de su propia historia.

La historia de América Latina y el Caribe ha sido escrita muchas veces desde afuera, en otros idiomas y con otros intereses.  Hoy, con esta colección, se pone en manos de ustedes una parte de la historia contada por sus propios pueblos.  Estos son libros para pensar.

En nombre del Partido, el Gobierno y el pueblo cubanos, en particular su juventud, transmita Usted, mi estimado Embajador, sentido agradecimiento a su Gobierno y a su pueblo, en primer lugar a la querida presidenta Claudia Sheinbaum y al gran amigo y fervoroso periodista y escritor Paco Ignacio Taibo II, cuyas obras dedicadas a Cuba forman parte de lo mejor de nuestra literatura.

Gracias por la generosa iniciativa que permitirá a miles de jóvenes y adolescentes acceder gratuitamente a obras fundamentales de la literatura universal y latinoamericana.

¡Gracias, México, por compartir con nosotros el poder transformador de los libros!

Muchas gracias (Aplausos).