Tarea urgente en el campo cubano: «producir más, ser más eficientes y cuidar cada hectárea como un tesoro»
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«La ANAP tiene la responsabilidad histórica de representar y guiar al campesinado, de ser una luz sobre el camino hacia la eficiencia, la organización y la justicia social», afirmó el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el XIII Congreso de la organización. Reconocen acompañamiento permanente al campesinado, del líder de la Revolución, General de Ejército Raúl Castro Ruz, y el comandante del Ejército Rebelde José Ramón Machado Ventura.

Estudios Revolución
«Este Congreso no será histórico por la riqueza de su debate, sino porque a partir del mismo, definitivamente logremos producir los alimentos que demanda nuestro heroico pueblo y nos alejemos de esa mentalidad importadora de alimentos que nos ha detenido el desarrollo productivo en estos años».
Así lo señaló el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el cierre del XIII Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, jornada en la que se hizo un reconocimiento al acompañamiento permanente al campesinado, a lo largo de la Revolución, por parte del General de Ejército Raúl Castro Ruz y el comandante del Ejército Rebelde José Ramón Machado Ventura.
Tras sesiones de intercambios en comisiones y plenario, cerca de 500 participantes, entre delegados e invitados, sellaron su reunión magna, que se realiza cada cinco años, en el Día del Campesinado cubano, que se celebra cada 17 de Mayo en conmemoración de la firma por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en 1959, de la primera Ley de Reforma Agraria, a la vez que celebraron la fundación, en 1961, de la ANAP.
En la clausura, Díaz-Canel abordó la extrema complejidad de los tiempos que vivimos y el papel del campesinado en su enfrentamiento y superación. La «tarea urgente de hoy —conceptuó el Jefe de Estado— es producir más, ser más eficientes, cuidar cada hectárea como un tesoro».
«Vivimos —añadió— tiempos complejos, con dificultades económicas y presiones externas que han escalado a niveles francamente insoportables, pero también con grandes oportunidades para probar la capacidad de resistencia y creatividad que nos distingue como pueblo».
Y en ese más que difícil contexto —indicó a continuación—, «la ANAP tiene la responsabilidad histórica de representar y guiar al campesinado, de ser una luz sobre el camino hacia la eficiencia, la organización y la justicia social. Debemos redoblar esfuerzos para que cada parcela produzca, para que cada cooperativa sea un ejemplo de trabajo y compromiso».
CAMPO DE DEBATE
Con la asistencia del Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz; el Secretario de Organización del Comité Central del Partido, Roberto Morales Ojeda, entre otros miembros del Buró Político; dirigentes del Partido, el Estado, el Gobierno e instituciones, y del comandante Machado Ventura, entre otras personalidades, en la jornada de este sábado fue elegido el comité nacional que conducirá la organización en los próximos tiempos, frente al cual fue ratificado el compañero Félix Duarte Ortega.
En un debate donde hubo más de una docena de intervenciones, campesinas y campesinos analizaron los problemas que afrontan en la producción de alimentos, pero más que ellos, las muchas soluciones encontradas para superar esas limitaciones.
De cómo los campesinos de la CPA Amistad Cuba-Cambodia, de Jaruco, Mayabeque, lograron pasar, en apenas dos años, de un rendimiento de apenas 17 toneladas de caña por hectárea, a 42 toneladas, informó el presidente de la base productiva, Luis Pérez Gil.
Pese a trabajar en áreas sin riego, en secano, es algo que han alcanzado —dijo— gracias al compromiso y empeño de los productores, a la ciencia y la innovación, a la agroecología, y a la diversificación, lo que les va permitiendo garantizar la alimentación de los miembros de la cooperativa y sus familias e incluso abastecer a la población de un barrio cercano.
Arisbel, presidente del comité municipal de la ANAP en Coralillo, Villa Clara, había abordado antes la importancia del proceso orgánico que desarrolló la asociación, y en el que se ha ratificado —señaló— que «el campesinado es un baluarte para seguir defendiendo la obra en los momentos actuales y futuros del país».
Yoel Barreto, presidente de la CCS Arides Estévez, del municipio capitalino de Playa, explicó las buenas prácticas que se llevan a cabo en su cooperativa tanto en la producción de cultivos varios y hortalizas, como con la ganadería menor y mayor, porque —afirmó— las buenas experiencias hay que transmitirlas.
En representación de las más de 80 000 mujeres que forman parte de la ANAP en todo el país, presentaron sus experiencias Maité, una ganadera avileña que para combatir el incremento del hurto y sacrificio de ganado mayor está empleando un servicio de vigilancia que brinda GEOCUBA; e Idalis, una guantanamera que el pasado año entregó a centros sociales cien toneladas de viandas y para 2025 se ha propuesto duplicar esos suministros.
Los usufructuarios de tierras Vivian Martínez, de Güines, Mayabeque, y Jesús Delfín Benítez, de Cruces, Cienfuegos, abordaron las bondades de las técnicas agroecológicas, una cultura —coincidieron— que debe marcar la producción agropecuaria cubana.
La infalibilidad de estas prácticas fueron ponderadas por Jesús y Leonardo Lezcano, los famosos Mellizos de Vertientes, Camagüey, que no aplican fertilizantes ni otros productos químicos en sus extensas plantaciones de plátano y otros cultivos varios. Lo mismo afirmó Yosdenis Hernández, productor de 32 años de edad, quien habló en representación de los miles y miles de jóvenes que se han incorporado a la producción de alimentos en todo el Archipiélago.

LEY DE REFORMA AGRARIA: CUANDO LA REVOLUCIÓN CRUZÓ EL RUBICÓN
En un discursó que dirigió a las «compañeras y compañeros que dejan su sudor como semillas del trabajo en los campos de Cuba», el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez hizo un recorrido por la historia de nuestro campesinado.
«Antes de la Revolución —recordó—, el campesino cubano vivía encadenado a la explotación y la pobreza. El 85 por ciento pagaba rentas abusivas, sometidos la inmensa mayoría a la aparcería y la explotación semifeudal, porque el latifundio extranjero devoraba las tierras, y la miseria era el destino de quienes alimentaban al país. La tierra, que debía ser fuente de vida, resultaba un bien inaccesible para la mayoría.
«Y en eso llegó la Revolución como un huracán de justicia y esperanza. En las montañas de la Sierra Maestra, el campesino no fue un espectador pasivo, sino un protagonista central de los combates. Tal como sus antepasados hicieron con los mambises, ellos dieron refugio, alimentos, información, y muchos se unieron a las filas del Ejército Rebelde».
«En ese espíritu de lucha y justicia, Fidel, con su visión clara y su amor profundo por el pueblo, firmó la Ley de Reforma Agraria en 1959, entregando la tierra a quienes la trabajaban, devolviendo a más de 100 mil familias campesinas la dignidad ultrajada durante siglos».
El Presidente señaló a propósito, retomando palabras de Raúl, que «con aquel acto soberano la Revolución cruzó el Rubicón, es decir, llegó a un punto de no retorno en su afán justiciero. La trascendencia y radicalidad de ese proceso de justicia social profunda, que saldaba una deuda histórica, cambió para siempre el panorama de los campos cubanos. Y despertó la ira de los injustos. La guerra económica contra Cuba, que no ha cesado desde entonces, se debe, entre muchas otras razones, a la declaración de la Reforma Agraria».
Fue una ley —añadió Díaz-Canel más adelante—, «que consolidó la alianza entre campesinos y obreros agrícolas, base social fundamental para la Revolución, y al enfrentar directamente los intereses imperialistas que se oponían a la transformación agraria, provocó reacciones como la invasión mercenaria por Playa Girón y el bloqueo económico de los Estados Unidos, recrudecido hoy en día».
El Presidente rememoró la fundación de la ANAP el 17 de mayo de 1961, que —dijo— «bajo el amparo de la Primera Ley de Reforma Agraria de 1959, nació también como un acto de justicia social y soberanía alimentaria».
«Como voz del campesinado cubano, la ANAP —conceptuó— es más que una organización: es la familia que une, el espacio donde se comparten sueños, luchas y esperanzas. Y sus miembros son responsables del 70 por ciento de los alimentos que llegan a la mesa de los cubanos».
XIII CONGRESO DE LA ANAP: PRESENTE Y FUTURO
Díaz-Canel señaló que durante estos días, como culminación de un proceso que involucró a las campesinas y campesinos de todo el país, el XIII Congreso de la ANAP abordó con profundidad y pasión los temas que definen el presente y el futuro de la organización y de su membresía, y por lo tanto, también se abordó, sin dudas, «el presente y el futuro de nuestra nación».
Comentó así algunos asuntos analizados por las y los delegados, los que, consideró, son fundamentales y constituyen prioridades para el trabajo de la ANAP en función de fortalecer los sistemas productivos que demandan las estrategias de desarrollo local y territorial en cada municipio y provincia.
Se refirió así al perfeccionamiento del funcionamiento interno de la organización, que comprende la defensa de la unidad desde la participación del campesinado en el Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía, el rol de las estructuras de dirección, el cumplimiento de las funciones, la política de cuadros, el sistema de trabajo, el crecimiento de asociados, la labor político ideológica, y el trabajo con las mujeres y los jóvenes, entre otros temas.
Sobre otro asunto vital, la eficiencia en el uso de la tierra, subrayó que «la tierra es un recurso sagrado, un legado que sólo se cuida realmente cuando se aprovecha al máximo», por lo que indicó «optimizar el usufructo de la tierra, garantizando que cada parcela produzca al máximo, sin dilapidar recursos, sin desperdicios ni negligencias. Generalizando las mejores experiencias».
«La tierra improductiva o mal utilizada va contra los intereses de toda la nación. La productividad es un acto de amor a la patria y un deber revolucionario», afirmó el Jefe de Estado, que llamó a reducir la dependencia de importaciones de alimentos e insumos, aumentando la producción nacional con recursos endógenos; y fortalecer la agricultura urbana, suburbana y familiar, que ha demostrado ser un pilar para el autoabastecimiento local y la diversificación de cultivos.
Con respecto a la producción, contratación y comercialización de lo producido, insistió en la necesidad de fortalecer la integración de los actores que intervienen, de elevar la exigencia y el control, y de llegar con oportunidad, honestidad y transparencia a todos los asociados para comprometer y cumplir.
Coincidió así mismo con el criterio de los campesinos de desarrollar una gestión de gobierno local fuerte, con comisiones y actores organizados que gestionen integralmente la producción, transformación, comercialización y consumo de alimentos; reducir pérdidas y desperdicios de alimentos y promover la educación alimentaria y nutricional para garantizar una alimentación sana y adecuada para toda la población.
Insistió en la importancia de la defensa y protección de las bases productivas, pues —dijo— la seguridad en el campo es la seguridad de la Revolución. «Combatir el robo, la corrupción y la indisciplina es tarea de todos, pero los responsables tienen nombre y apellidos y es imprescindible controlar.
«La vigilancia colectiva y la disciplina revolucionaria —enfatizó el Presidente— son las armas más eficaces para proteger lo que tanto trabajo y sacrificio demanda del campesinado. No puede y no debe haber impunidad y en las condiciones de fuerte escasez que enfrenta hoy el país, estamos obligados a endurecer la aplicación de las leyes y a aplicarlas con el mayor rigor.
Díaz-Canel analizó, además, el fortalecimiento del cooperativismo; la incorporación de la juventud como relevo generacional; la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente, con énfasis en la agroecología; y la innovación con tecnologías accesible, sin depender de insumos costosos y priorizando semillas autóctonas.
«Hoy —dijo—, el llamado es a producir más con menos, a romper la mentalidad importadora, a ser eficientes y a mantener viva la ética revolucionaria en cada surco, frente a la medidas coercitivas unilaterales y la escasez de insumos que golpean a todos en todos los ámbitos de la economía».
El Presidente abordó también problemas como la degradación de los suelos; los impagos crónicos por parte de empresas estatales, que comprometen seriamente los resultados de las cosechas y desmotivan a los productores; y la necesidad de la modernización de sistemas como los de riego, entre otros.
En el cierre de su intervención ante el Congreso de la ANAP, Díaz-Canel reafirmó el juramento de que la tierra es del que la trabaja y de que la ANAP no es solo una asociación, es el puño levantado de quienes defienden la Revolución.
«Este congreso —dijo— no fue solo balance, sino un juramento colectivo: seguir cultivando esperanzas en medio de las tormentas. Como escribió José Martí, “la agricultura es la única fuente constante de riqueza”, y en cada surco, el campesinado cubano también siembra patria».
