Ni Cayo Granma, ni Santiago de Cuba están solos
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El Presidente del Consejo de Defensa Nacional, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, regresó a Santiago de Cuba, provincia por donde entró al archipiélago cubano el huracán Melissa y la que más daños recibió.
Estudios Revolución
A tres millas náuticas hacia el interior de la bahía santiaguera, está Cayo Granma, poblado de pescadores de poco más de 800 habitantes con gran sentido de pertenencia por ese “chispazo de tierra en el mar” de apenas dos kilómetros cuadrados, al que llegó este jueves el Presidente del Consejo de Defensa Nacional, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, junto a viceprimeros ministros, ministros, viceministros y directivos de sectores que marcan hoy la ruta de la recuperación en la provincia de Santiago de Cuba, por donde entró al archipiélago el huracán Melissa y la que más daños recibió.
Con un fuerte vínculo a la historia patria, a su cultura e idiosincrasia, este islote es símbolo de la ciudad de Santiago, pero los vientos de Melissa se ensañaron con sus hogares, pegados al mar y muchos armados de madera y tejas.
Como en Cayo Granma, otras comunidades del litoral santiaguero —La Socapa, Caracoles, Júcaro, Ciudad Mar, Punta Gorda, Barrio Técnico y Aguadores —también sufrieron los embates del huracán Melissa, tan o más destructor para algunos que el ciclón Sandy hace trece años, según comentaron los pobladores al Jefe de Estado, mientras visitaba la farmacia, la escuela, la panadería, todas dañadas, y caminaba sus calles estrechas.
Confirmaron las autoridades locales que toda la población fue evacuada; aquí solo quedaron algunos vecinos al cuidado del lugar. No hubo que lamentar pérdidas de vidas humanas, ni tan siquiera heridos, un hecho que enorgullece a los lugareños y que contaron al mandatario, quien por primera vez visitaba el pequeño islote, marcando así también la primera ocasión que un Presidente llegaba hasta allá, según contaron los hijos de Cayo Granma.
La escuelita primaria Juan Gualberto Gómez, única del territorio, perdió todo el techo por la furia de los vientos. Sin embargo, a menos de un mes de aquella madrugada del 29 de octubre que todo lo cambió, ya abrió las aulas a sus 61 alumnos, con una cubierta nueva. Hasta allí también subió, por una empinada callecita de escalones alargados, el Presidente cubano.
Conversó con los pioneros, con las maestras, con los entregados trabajadores del plantel, y supo que no se perdió ningún material escolar en medio de las lluvias y los vientos, y que en la institución la cobertura docente está completa. También indagó por los horarios, por las asignaturas, por los almuerzos y meriendas de los niños, por la enseñanza de la computación y por la práctica de deportes. Propuso poner en el patio de la escuela una cancha para jugar básquet, pero los niños a coro pidieron una para fútbol. Entre risas, dejó indicado allí cumplir ese sueño.
Les dijo a los muchachos que era “un encanto estar aquí”, habló del ambiente esperanzador, de victoria, y del agradecimiento que había sentido entre los pobladores del cayo por la urgente respuesta a la recuperación. Les deseó éxitos en los estudios y les prometió volver para comprobar el avance de la recuperación.
En Cayo Granma el levantamiento de daños ya está hecho: de sus 256 viviendas, 170 sufrieron afectaciones; hay 15 derrumbes totales y 20 parciales; se contabilizaron 31 techos completamente perdidos y 84 de manera parcial. Además fueron dañados 170 colchones, 150 ya se entregaron. También han recibido unas mil tejas, módulos de alimentos, tanto del Estado cubano, como del Programa Mundial de Alimentos, y de países como Venezuela; a la par donaciones de mipymes, instituciones estatales y del pueblo cubano.
En diálogo con su gente en plena calle, el Presidente aseguró que seguirán llegando recursos para levantar Cayo Granma. “Entre todos nos recuperaremos, ¡no hay miedo!”, les dijo. Desde la multitud alguien gritó “tiene que volver”, y él dio las gracias por el recibimiento. Usted lo merece, le respondieron.
Luego, en reunión del Consejo de Defensa Provincial, como siempre terminan estos recorridos de las últimas cinco semanas por las provincias orientales, el Jefe de Estado chequeó por dónde va la recuperación a casi un mes del impacto, y consideró que los días que quedan de esta semana y de la próxima serán decisivos para poner a Santiago al nivel de las provincias colindantes.
Indicó poner todas las fuerzas del país en función de Santiago para el impulso final a tareas como la recuperación eléctrica (hoy al 84%); la certificación de daños (de un reporte preliminar de 141 mil viviendas, se han validado 48 768); la higienización y otras que marcan el camino de vuelta a la normalidad en la cuna de la Revolución, que merece y tiene el acompañamiento de Cuba entera.