Isla única en su fibra, Isla amada que otra vez desfilaste en nombre del mundo
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Cuba, sin miedos, sabe y sabrá sonreír; aprendió hace mucho tiempo, y ya para siempre, que el Hombre merece ser hermano del Hombre, y que, sin esa causa de amor, la existencia carecería de sentido y de altura.

Es lo que dijo una cubana que yo vi en el pueblo granmense de Pilón, a solo horas de que esa tierra se hubiese estremecido por un sismo que rajó paredes: “A este pueblo le retraquetea…”. Ella lo decía por su amado terruño, pero también retrató a la Isla entera. Y es lo que escribió en su cuenta en Twitter, en el amanecer de este Primero de Mayo y desde el Memorial José Martí en la Plaza de la Revolución, el Presidente Díaz-Canel: “Cuba siempre puede superarse a sí misma”.
En su mensaje, el Jefe de Estado también compartió una idea que nos define breve y hermosamente, y que ha expresado el compañero Raúl: “Qué clase de pueblo tenemos”. Y es verdad que el pueblo cubano es tremendo y domina al dedillo eso de lo cual habló Fidel hace 25 años, desde la misma Plaza que vivió un histórico desfile por el Primero de Mayo: el “sentido del momento histórico”.
Pueblo adentro se sentía y comprendía, por el momento histórico, la trascendencia de desfilar. Había que hacerlo y se ha hecho; se ha hecho en nombre de la humanidad mortalmente herida desde el siete de octubre del 2023 -desde que el pueblo Palestino está siendo martirizado por Israel y sus cómplices; se ha hecho porque el mundo parece un coliseo romano, porque en las arenas corre la sangre sin parar mientras un emperadorzuelo caprichoso y envanecido se lleva algún fruto a la boca y apunta el dedo pulgar hacia abajo; se ha hecho porque Cuba no renuncia a la fraternidad, y porque había que marchar -como ha dicho Díaz-Canel Bermúdez, “por ese mundo mejor posible que Cuba quiere y merece”.

No nos sentimos pueblo elegido: sencillamente, en nuestra historia, adquirió fuerza de destino esto de luchar por lo digno y lo justo y hacerlo incluso muy cerca de los mandamases, de los prepotentes imperiales a quienes todos los rebeldes de este planeta les sobramos.
Muy temprano comenzó todo en la Plaza donde José Martí luce pensativo y vigilante. Y así se hizo en otras plazas de Cuba. Al filo de las siete de la mañana ocupó sus posiciones la dirección de la Revolución. Allí estaban el General de Ejército Raúl Castro Ruz; el Presidente Díaz-Canel; el Comandante del Ejército Rebelde, José Ramón Machado Ventura; el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz; el Canciller Bruno Rodríguez Parrilla, los dirigentes sindicales, juveniles y estudiantiles… Se escucharon las notas del Himno Nacional, y luego las históricas palabras que este jueves cumplieron 25 años: las del concepto de Revolución, legado del Comandante en Jefe.
Allí, en el Memorial, estaban más de 900 amigos de 39 naciones; heroínas y héroes cubanos; familiares de las víctimas del terrorismo que la Isla sufre hace tanto tiempo; representantes de partidos y organizaciones internacionales radicados en el país caribeño; miembros del cuerpo diplomático acreditado en la Isla; hombres y mujeres que admiran a la Revolución.

El miembro del Buró Político y Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba, Ulises Guilarte de Nacimiento, habló a todos sobre el complicado mundo en medio del cual las plazas de la Isla se habían llenado de compatriotas; recordó el concepto de Revolución de Fidel; hizo énfasis en que Cuba mantendrá su decisión inquebrantable de ser fiel a sus próceres y de mantener erguida a la Patria. Continuaremos sin vacilación, dijo, la batalla que libramos por la consolidación de nuestra libertad, independencia, y justicia social.
Que la Revolución siga firme no es fruto de un milagro, sino el resultado del aporte de cada compatriota, especialmente de los trabajadores, reflexionó el dirigente, quien también enunció que falta mucho por hacer, quedan por delante procesos que organizar, distorsiones y tendencias negativas que erradicar, todo lo cual implica usar cada reserva productiva, aprovechar las potencialidades de la Empresa Estatal Socialista, y tener resultados en frentes vitales como la producción de alimentos.
Ulises llamó a todos “camaradas de lucha”; y recordó que, como “la verdad está de nuestro lado”, Cuba seguirá exigiendo el levantamiento del bloqueo ahora tan recrudecido, y que la Isla sea excluida de la inmoral lista de países supuestamente patrocinadores del terrorismo. Igualmente hizo una denuncia de la perversa campaña estadunidense contra los programas cubanos de colaboración médica; y rechazó, en nombre de todos, la genocida guerra de Israel contra los hijos de Palestina.

Adelante compatriotas, dijo Guilarte, y una muchedumbre encrespada de banderas y carteles, con más de 40 mil trabajadores del sector de la Salud al frente, comenzó su avance arrollador.
Este Primero de Mayo, a pesar de tanto cerco material, reinaron los colores, las banderas, los vistosos carteles, las bellas fotografías, palabras como “Fidel entre nosotros”; y era rotunda la alegría -no exagero-, porque este pueblo se muere por vivir, le canta a la vida con sus pasos de conga, suelta alguna que otra palabrota para recordar, como Juan Almeida Bosque, que los hombres deben saber caer de pie, como los árboles, y que aquí no se rinde nadie, coj…. Era rotunda la alegría, porque Cuba tiene su suerte echada: la nación lo hizo explícito a través de la voz de Fidel cuando empezó el siglo XXI y en el malecón habanero, en otra marcha inolvidable, el Gigante dijo al emperador de turno que quienes vamos a morir le saludan.
Siento sano orgullo de mi tierra natal, la que me ha dado la adultez y el alma que tengo; porque este Primero de Mayo Cuba, amantísima hermana de las buenas causas, desfiló por todo el Orbe. Cuba, sin miedos, sabe y sabrá sonreír; aprendió hace mucho tiempo, y ya para siempre, que el Hombre merece ser hermano del Hombre, y que, sin esa causa de amor, la existencia carecería de sentido y de altura.
